Todos los días escuchamos los chillidos de los gremios, que representan a los dueños de la economía y por lo tanto del capital de Colombia, por la tasa de cambio. Estos equivocadamente le hacen creer al país que la causa de sus males es un dólar a 1.800 pesos, evitando mirar en sus industrias y en sus empresas aquello que les impide encontrar las causas de su baja competitividad en América Latina y en el contexto mundial.
Resulta más fácil culpar al precio del dólar, que reconocer la falencias al interior de sus empresas, suponiendo tal vez que los colombianos somos una población desinformada, que no conocemos las tasas de cambio que manejan países como Brasil, Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, México, entre otros.
Chile por ejemplo tiene una tasa de cambio de 486 pesos chilenos por un dólar, la de Argentina es de 3,94 pesos por dólar, la de Brasil es de 1,66 y la de Costa Rica de 507, siendo sus exportaciones proporcionalmente superiores a las colombianas.
Los gremios a la hora de discutir el incremento salarial manifiestan que el salario mínimo colombiano es muy alto; este argumento también lo esgrimen cuando el gobierno les pide modernizarse con el fin de ser más competitivos y aumentar con ello las exportaciones que, redundarían en mayor empleo. Tal argumentación falta a la verdad, pues toda Europa tiene cuatro veces más el salario mínimo colombiano, lo mismo que Canadá y Estados Unidos.
En América Latina, Argentina tiene como salario mínimo 400 dólares, Chile 360, Costa Rica 330, Brasil 293, Venezuela 287 y Colombia 265 dólares.
En materia pensional los gremios y los fondos vienen presionando de manera descarada y persistente el incremento de la edad pensional, para ocultar su incapacidad de generar empleo formal; ignorando que este último permitiría darle equilibrio al sistema de seguridad social, no sólo en salud sino también en pensiones.
Cuando los gremios y los fondos piden reformas al sistema pensional en Colombia, esgrimen verdades a medias que se convierten en mentiras.
Que el Seguro Social tiene cerca de un millón de cotizantes y a la vez cerca de un millón de pensionados, que lo hace dependiente del presupuesto Nacional, es cierto.
También es cierto, aunque los gremios no lo cuenten en el mismo escenario donde hacen la anterior afirmación, que los fondos tienen más de siete millones de cotizantes, más de 90 billones de pesos de las pensiones de los colombianos y únicamente cuentan con 35 mil jubilados.
La seguridad de los colombianos en materia pensional dependerá del buen uso que el sector privado le dé a los recursos que patronos y empleados cotizan mes a mes.
Es cierto además que para que un sistema pensional sea sostenible en el tiempo, requiere de un número importante de trabajadores activos por cada jubilado; este presupuesto macroeconómico sólo se cumple para los fondos privados. El Seguro Social necesariamente dependerá del presupuesto de la Nación por unos 20 ó 30 años más dada su fórmula actual: un cotizante activo por un jubilado. Esto es inviable.
Son suficientes los cambios que el Congreso ha realizado en materia pensional; entre estos se cuenta el aumento de la edad pensional a 62 años en hombres y a 57 en mujeres, el incremento de semanas de cotización, el aumento de las cotizaciones, límite a la pensión máxima, la muerte a la mesada 14, el fin a los regímenes especiales y menor número de horas nocturnas. Los trabajadores ya han dado más de la cuenta.
Le corresponde a los gremios, a los empresarios y a los dueños del capital acabar con la informalidad y el desempleo; les toca y es su obligación lograr mayor competitividad. Llevan 20 años diciéndolo, desde la apertura económica.
El sector privado es fundamental para el desarrollo de Colombia, el Estado debe garantizar su seguridad jurídica y estabilidad en las reglas del juego de una economía globalizada, lo que no implica desconocer que en las materias aquí tratadas estos sectores se encuentran en deuda con el país.